La caminata de los migrantes, que llevan sus escasas pertenencias a cuestas y algunos, sobre todo las mujeres, cargan a sus hijos, se hacia más exigente al no llevar ni agua ni alimentos.
La llamada caravana 2020 salió el 14 de enero de Honduras y, a su paso por Guatemala, sus filas han ido creciendo con la llegada de guatemaltecos, salvadoreños y nicaragüenses.
Más de 3.500 migrantes integran el grupo, según estimaciones de autoridades migratorias centroamericanas.
El pasado fin de semana, el grueso de la caravana logró ingresar a México bajo controles de autoridades migratorias, quienes les ofrecieron diversas opciones como pedir refugio o aceptar trabajos en programas sociales, en el sur de México y en sus países.
Sin embargo, los migrantes piden que les permitan circular libremente por México para llegar a Estados Unidos, donde quieren pedir refugio alegando que escapan de la violencia y la pobreza de sus países.
El miércoles, autoridades migratorias mexicanas informaron que el lunes detuvieron a más de 2.000 migrantes en situación irregular y que cientos de ellos ya habían sido devueltos a sus países.
Tras las multitudinarias caravanas de finales de 2018 y principios de 2019, el presidente estadounidense Donald Trump amenazó a México con sanciones comerciales si no tomaba medidas para detener la oleada migratoria.
López Obrador desplegó entonces unos 26.000 militares en sus fronteras norte y sur.